sábado, 7 de noviembre de 2009

Etapa 7 y ultima, por ahora

Bajando al Embalse de Alcantara





El Casar de Caceres



Todas las fotos las podeis ver en:








MI VÍA DE LA PLATA
Etapa 7: Cáceres - Cañaveral
31 de octubre de 2009
Kms: 46,86
Tiempo de pedaleo: 3 h. 42 m.
Velocidad media: 12,65 km/h.
Velocidad máxima: 42,81 km/h.
Hoy empezamos nuestro último día de este tramo de la Vía de la Plata que pretendemos que nos lleve hasta Grimaldo.
Al final, después del ajetreo de ayer saldremos de Cáceres sin haber sellado mi credencial, de la otra ni hablamos.
Como siempre despertador a las 6:30 y las labores propias de mi sexo, arreglar las alforjas, por cierto que cada día lo hago mejor y quedan supercompactas. Cafelito, sin tostadas pues no había llegado el pan, a las 7:45 en el bar del hostal (justo en la esquina fatídica) y en marcha hacia el Casar de Cáceres. Al ser domingo no había nadie por las calles y los pocos coches junto a los que paramos en los semáforos nos miraban con cara de “a dónde irán esos dos chalados”.
Hasta El Casar lo hicimos en completa soledad por la carretera, viendo el camino que ahora va por la derecha y ahora por la izquierda.
Las calles del Casar estaban absolutamente desiertas, pensábamos sellar mi credencial en el albergue, pero estaba cerrado, al igual que todo lo demás. Nos fuimos a la iglesia y nos hicimos unas fotos (con mi cámara claro) y le preguntamos al único paisano que vimos que nos indicara algún bar abierto para desayunar.
El hombre nos señaló en una dirección y nos dijo: Allí en aquella esquina, yo también vos para allí”.
Y llegamos a la Churrería Ronco–Tovar en la calle Camino de la Ciudadela, 4, y allí estaban metidos todos los habitantes del Casar que en ese momento estaban despiertos. Que ambiente, como se afanaban todas y todos en ingerir los churros con chocolate y aunque esa es la especialidad de la casa, nosotros seguimos fieles a nuestros principios morales y nos tomamos tostadas con jamón, aceite y tomate con nuestro cafelito correspondiente. Cito el nombre y la dirección porque verdaderamente vale la pena.
Bajamos por la calle principal, la que pasa por la puerta del albergue, y sin ver una sola flecha llegamos a la ermita de Santiago donde encontramos la primera flecha y donde empieza una pista engravillada que en una pronunciada pendiente nos conduce a una construcción que parece un palomar, el camino sigue ancho y no tiene pérdida, está señalizado en los puntos de duda, pero yo eché en falta más flechas. Cuando ves una flecha pintada en una roca, en una pared, sientes como si alguien te acompañara, como si velara por ti, sin embargo cuando haces unos cuantos kilómetros sin ver ninguna, aunque vayas por una pista con muros a ambos lados de la que no te puedes salir, sientes como si te faltara algo, y eso en bici, que andando debe ser peor.
Cuando llevábamos unos veinte kilómetros el camino empieza a estrecharse un poco y empezamos a abrir y cerrar cancelas y en una de ellas nos alcanzó un biker solitario, por cierto la única persona en bici que no encontramos en los tres días, pasamos por un aprisco de ovejas en Garrovillas y allí vimos unas decenas de metros de los restos de la primitiva calzada, sobre todo los bordillos laterales, cuando nos disponíamos a fotografiarla salieron tres mastines de la majada ladrando y dirigiéndose hacia nosotros por lo que optamos por continuar camino sin preguntarles qué querían.
Al poco llegamos a un brusco giro a la izquierda donde comienza el tramo de camino más trialero de todos, son unos dos kilómetros que nos conducirán a la N-630, que en las zonas más comprometidas pasamos a pie, ya que con alforjas o carro no estábamos dispuestos a dejarnos los dientes.
En un momento en que empujábamos las bicis subiendo unas piedras suena el teléfono de Miguel, era la Policía Nacional para decirle que habían recuperado la mochila y toda la documentación pero no así la cámara, como era obvio, por lo que les dijo que iría a recogerla por la tarde.
Alcanzamos la nacional sin contratiempos y empezamos a circular por ella con la única compañía de grupos de moteros, cruzamos el río Almonte y el Tajo, por cierto el embalse de Alcántara da pena de lo seco que está. En el club náutico vemos con sorpresa que para bajar desde el embarcadero a los barcos hay que hacer rappel.
A partir de la llamada telefónica de la policía nuestros planes cambian, queríamos ir hasta Grimaldo y volver a Cañaveral donde tenemos contratado un taxi con remolque para devolvernos a Zafra que es donde hemos dejado el coche, pero preferimos llegar hasta Cañaveral y allí finalizar nuestra etapa, por lo que los últimos ocho kilómetros los hacemos por carretera.
Llegamos a Cañaveral y paramos en el Bar Delfi, el primero que hay en la carretera, llamamos al taxista y quedamos que en una hora nos recogiera, lo justo para comer un poco. Con puntualidad inglesa se presenta con un Ford Mondeo con su remolque portamotos, cargamos las bicicletas y salimos pitando para Zafra, indicándole que debemos entrar en Cáceres para ir a la policía.
Llegamos a Cáceres y allí le doy mi credencial a Miguel para ya que le van a devolver la suya, que nos sellen las dos. Después de devolverle “casi” todas sus pertenencias le sellan las dos credenciales, haciéndole saber que son las dos primeras que se sellan en la Oficina de Denuncias, por lo que son históricas.
Después de este trámite llegamos a Zafra, pagamos al taxista que nos indica que le paguemos lo que habíamos pactado cuando hablé con él hace dos semanas y que por la espera en Cáceres (cerca de una hora) no nos cobraba nada.
Descargadas las bicis nos dirigimos al Hotel Las Palmeras en la Plaza Grande, donde ya habíamos estado en mayo en nuestra primera experiencia El Real de la Jara – Zafra - El Real de la Jara, y una vez duchados, a dar una vuelta por Zafra, comprobar que el coche seguía donde lo habíamos dejado, una cervecita, a cenar en el hotel y a dormir.
Por la mañana temprano, antes de las ocho, salíamos del hotel montados en nuestras bicis pero vestidos de civil hasta el coche, carga de las bicis y carretera y manta para Sevilla, con parada en Monesterio a desayunar lo que todos los que leéis esto sabéis, tostadas con jamón y cafelito.
Bien, este es el relato de lo que han sido estas tres etapas de la Vía de la Plata, con esto hemos completado 340km, prácticamente un tercio del recorrido que si todo va bien tenemos la intención de terminar, ya todo de un tirón, la segunda quincena de mayo.

2 comentarios:

  1. Villaboa, has dejado el relato como una novela, ¡con ganas de mas!

    Os deseo lo mejor y que llegue pronto Mayo.

    Un Saludo!!

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  2. Eres un crack, qué recuerdo.
    Manolo de Mallorca.

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