viernes, 6 de noviembre de 2009

Etapa 6


El resto de fotos de esta etapa se hicieron con la otra camara

Puente Medieval


Miliario correo, la mochila que lleva Miguel es la que desaparecio con todas las fotos y todo lo demas.



Miliario




Aljucen





Sin perdida posible



















Carrascalejo
















MI VÍA DE LA PLATA
Etapa 6: Mérida – Cáceres
31 de octubre de 2009
Kms: 77,74
Tiempo de pedaleo: 6 h. 27 m.
Velocidad media: 12,02 km/h.
Velocidad máxima: 37,90 km/h.
Nota previa: Yo no llevo GPS, ni tracks, ni ninguna modernidad de ese tipo, llevo fotocopiados los planos de la Guía de la Vía de la Plata e impresas las fotos aéreas de Google Earth de los puntos que me parecen conflictivos y con eso y las flechas amarillas voy que chuto.
Despertador a las 6:30 como todos los días, aseo y empiezo a preparar las alforjas, pero al llegar a la bolsa de manillar ¡Oh horror! descubro que al seleccionar en el bar de Torremejía los planos por los que ya había pasado para tirarlos y sólo quedarme con las etapas por realizar había hecho justo lo contrario.
Bueno, a lo hecho pecho, tiramos para adelante, que las flechas nos llevarán, pasamos por el Acueducto de los Milagros, que increíblemente habiendo estado en Mérida por lo menos media docena de veces no lo había visto nunca.
Después de una cuesta por la Avda. del Lago, llegamos a una rotonda donde la cosa no está clara, ya que a la derecha un panel te indica que el camino va por la Vía Pecuaria cuando todos aconsejan por la presa. Pregunta a unos paisanos que nos indican que en esa rotonda hay que girar a la izquierda, bajar hasta la siguiente y allí girar a la derecha para coger la carreterilla que lleva a la presa.
Carreterilla que dejará de serlo ya que está en obras para ensancharla considerablemente. Espero que esas obras incluyan un carril bici/peatonal ya que para los aficionados emeritenses supondría la posibilidad de un paseo de 7 km ida y vuelta más que agradable. ¡Ah! y no digamos como ruta del colesterol.
Llegamos a la curva donde hay que coger el camino que se interna en la dehesa y después de buscar las escondidas flechas durante unos momento dimos con ellas y emprendimos la subida por unas trialerillas sencillitas donde el carro de Miguel se comportó perfectamente, yo iba detrás para estudiar sus reacciones y seguía a la bici como un perrillo fiel.
Después el camino se suaviza y discurre entre dehesas hasta llegar a Carrascalejo.
Llamada a casa y mi hija, con la Guía de la Vía por delante, me transcribe los planos telefónicamente mientras yo los voy dibujando en la libreta, bien por ella que lo hizo con precisión de cirujano cardiovascular.
Hasta Aljucén sin problemas, pero desde este pueblo a Alcuéscar lo hicimos por carretera ya que lo que no me pudo transcribir fueron las fotos aéreas donde yo tenía marcados los giros en la zona que las flechas están pintadas en las encinas.
En Alcuéscar retomamos el camino que nos llevó a Casas de Don Antonio, en el único bar del pueblo, el Centro Social, nos tomamos unas cervecitas acompañadas de unos pinchos de tortilla, unos pimientos del piquillo rellenos de atún y unas salchichas.
De pronto salen todos los parroquianos a la calle y nosotros detrás sin saber a qué, pues la expectación estaba en ver al hijo de la dueña, un niño de 7 años, montado sobre un caballo castaño de pura raza española, de más de 1,70 de alzada, absolutamente impresionante, con las crines que le llegaban al pecho, se parecía mucho a “Cagancho” el caballo de Pablo Hermoso de Mendoza. Miguel se infló a hacerle fotos y le pidió la dirección a la madre del niño para enviarle las fotos.
Salimos de este pueblo con las fuerzas renovadas y más contentos que una pascuas por el camino que circula prácticamente pegado a la carretera, viendo el miliario correo, los dos puentes romanos y cruzando los arroyos sin necesidad, desgraciadamente, de pasar por encima de los bloques cúbicos de granito puestos por la Junta ya que iban absolutamente secos y llegamos a Valdesalor, donde nos reabastecimos de agua pues hacía un calor de narices.
Desde aquí y hasta Cáceres lo hicimos por carretera, la verdad es que estábamos muy cansados.
Entramos en Cáceres a las 5 de la tarde y nos dirigimos al Hostal Argentina y aquí nos ocurrió el peor trance de todo el camino.
Mientras yo entré a hablar con la dueña y nos abría el garaje para guardar las bicicletas, Miguel se quitó la mochila amarilla donde llevaba la documentación, la credencial y la cámara de fotos y la depositó sobre el carro. Mientras miraba hacia donde yo estaba hablando con la dueña del hostal, y sin que él se diera cuenta unos chavales trincaron la mochila y salieron corriendo. Un conductor de un coche le avisó pero ya era tarde, habían desaparecido. Primero intentamos buscarlos los dos, pero yo desistí pues habíamos dejado las bicicletas solas y no era cuestión de que nos las birlaran también.
Después de unos primeros momentos de desconcierto yo llamé a la Policía Local y a la Nacional para explicarles el caso, mientras Miguel anulaba las tarjetas de crédito, guardamos las bicicletas, nos duchamos, hicimos nuestra colada y nos fuimos a la Policía Nacional a poner la correspondiente denuncia.
Una vez cumplido este trámite nos dirigimos al centro a cenar opíparamente pues no íbamos a permitir que unos niñatos nos amargaran la vida a dos tíos con muchas canas.
Después de esto taxi al hostal y a dormir que mañana será otro día.

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